viernes, 2 de mayo de 2014

El asesino de León Trotsky


El español Ramón Mercader cumplió el plan de los servicios secretos rusos.



Le clavaron un piolet en la cabeza. En su propia casa. Pero León Trotsky aún tuvo tiempo para salvar la vida de su asesino. Pensaba que era más importante saber quién estaba detrás del asesinato, que dar muerte a la persona que había cumplido el plan previsto.


Posiblemente Trotsky sabía que detrás de aquel suceso, estaba todo el aparato de un estado y de unos dirigentes que buscaban su exterminación. El líder de la Revolución de octubre murió días después de aquel fatídico 20 de agosto de 1940.


El autor de aquellos hechos fue un español, Ramón Mercader del Río, que se hizo pasar por un joven periodista belga llamado Jacques Mornard. Logró introducirse en los círculos íntimos. Hasta lograr quedarse solo en el despacho que en el exilio mexicano tenía un Trotsky que vivía entre importantes medidas de seguridad, para evitar posibles casos, como el que finalmente aconteció.


Durante años el asesino de  León Trotsky  sostuvo que había cometido el crimen por una decepción sufrida con las ideologías del político ruso. A finales de los años 40, el comunista Julián Gorkin plantea la posibilidad de que detrás de Mornard se encuentre el comunista español, Ramón Mercader. En 1953 se confirma el dato. Acabo siendo trasladado a la Unión Soviética, donde en un ambiente de discreción fue condecorado por este gobierno.


Un comunista español al servicio del NKVD


Ramón Mercader del Río, era miembro del PSUC, y combatió en la guerra civil española. Era hijo de Caridad del Río, espía soviética y comunista que guió a su hijo por el mismo camino.


Como recuerda Javier García Blanco, en su libro “Héroes y Villanos”(Cydonia), Mercader “habría pasado varios meses en la Unión Soviética siendo adiestrado para su nuevo papel de espía”.

Y en espía se convirtió. Reclutado por los servicios secretos rusos, NKVD, que valoraron su inteligencia y formación. Y le encomendaron una misión de alto riesgo y enorme repercusión. Asesinar a Lev Davídovich Bronstein y cumplir los deseos de Stalin. Y fue lo que hizo. Guardando durante años en silencio, la verdad de toda una operación de venganza, defendiendo el argumento que se trataba de un fanático.


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